Para conseguir una cosecha abundante y cultivar plantas colosales, adopta esta innovadora técnica que ha cautivado a todos los agricultores. Este método único, derivado de un antiguo
La civilización amazónica, acostumbrada a cultivar en suelos notoriamente estériles, ha despertado un entusiasmo generalizado. En la selva amazónica, donde el suelo sólo es fértil durante ciertos períodos debido a las lluvias estacionales, esta civilización logró transformar vastas hectáreas de tierra, de hasta dos metros de profundidad, en un suelo regenerativo que se mantiene constante durante miles de años.
¿Cosecha rica y plantas enormes? Así es como debes hacerlo para conseguirlo.
Al descubrir el secreto de su éxito, esta civilización utilizó ampliamente carbón orgánico. A diferencia del carbón normal, el carbón orgánico presenta características de combustión superiores, alcanzando temperaturas entre 600 y 1000 °C sin oxígeno, en comparación con los 400 °C del carbón normal. La diferencia en la temperatura de combustión altera significativamente la dinámica del suelo, lo que hace que el carbón orgánico sea la opción preferida. Con un grano fino y un 50% de carbono puro, el carbón orgánico posee estructuras moleculares que fascinan y son más adecuadas para la colonización microbiana.
Inspirados por esta técnica, los agricultores modernos han adoptado el uso de carbón orgánico para mejorar la fertilidad del suelo. Si bien se desconoce la duración exacta de su eficacia, la certeza radica en la promesa de una cosecha rica y sabrosa. La madera quemada, en forma de carbón orgánico, resulta ser una solución ideal para mantener la fertilidad del suelo, ofreciendo estabilidad al paisaje agrícola.
La implementación de carbono biológico en el suelo implica comprender las cantidades adecuadas para obtener resultados óptimos. En campos y huertas el uso recomendado es hasta 1 kilogramo por metro cuadrado (1kg/m2). Para plantas en macetas, la cantidad debe corresponder al 25% de la cantidad máxima de tierra. Este versátil mejorador del suelo presenta notables beneficios en la agricultura, ya que aumenta la fertilidad, reduce el consumo de agua y minimiza la dependencia de fertilizantes químicos. Esto no sólo se traduce en ahorro de costes sino que también disminuye la huella medioambiental. Con sus propiedades casi mágicas, el uso de carbón orgánico está a punto de convertirse en un alimento básico para nutrir todo tipo de plantas.