Limones: el antiguo truco de remojar los cítricos en una solución salina
Reconocidos por su vitamina C concentrada y antioxidantes beneficiosos, los limones son una fruta cítrica que vale la pena tener en tu despensa. Ya sea para elaborar un jugo refrescante o realzar el sabor de bebidas y platos, los limones son un ingrediente versátil. Si bien el jugo de limón comprado en la tienda es una opción, siempre es aconsejable prepararlo con frutas cítricas recién cosechadas y perfectamente conservadas. Para prevenir la formación de moho, una preocupación común con los limones, es fundamental una conservación adecuada.
Es posible que almacenar limones en el refrigerador no sea la solución óptima, ya que la temperatura fría puede deshidratar la fruta y hacer que la cáscara del cítrico se “seque”. Entonces, ¿cuál es la forma ideal de almacenar una gran cantidad de limones? Exploremos las mejores prácticas.
Comprender la formación del moho del limón
El moho tiende a desarrollarse en los limones debido a diversos factores, incluidas las condiciones climáticas y los procesos involucrados en la cosecha y distribución. Las lesiones sufridas durante el transporte exponen los cítricos a la formación de moho. Además, el pH ácido de los limones los hace más susceptibles a las esporas de hongos, que prosperan en ambientes ácidos. Si bien el moho verde puede afectar a los limones, no los vuelve tóxicos ni dañinos al tacto o al olfato. ¿Cómo podemos conservar eficazmente los limones para evitar la formación de moho azul o verde? Profundicemos en las soluciones.
Conservar limones: mantener a raya el moho
Conservar los limones de forma natural en casa es posible sin sucumbir a los ataques de hongos ni a la formación de moho. Se puede seguir un método sencillo para lograrlo.
Al adquirir una provisión de limones, córtalos en rodajas y coloca las rodajas de cítricos en un recipiente lleno de agua y sal. Una vez cerrado el envase, agitarlo asegura la conservación de estos cítricos durante periodos prolongados.
Otro método eficaz y natural consiste en lavar los limones y remojarlos en una solución de bicarbonato de sodio y agua. Este proceso elimina las bacterias, contrarresta la formación de moho y, después de un secado completo, evita que la humedad contribuya al crecimiento de moho.
Una vez limpios y secos, colocar los limones en un recipiente desinfectado, preferiblemente hermético, actúa como medida preventiva, dificultando el contacto de los hongos con la cáscara y evitando el desarrollo de moho verde o azul. Alternativamente, guardar los limones en una bolsa de papel a temperatura ambiente o en el refrigerador resulta ser otro remedio eficaz.